La casa de la playa

La entrada de esa casa era extrañamente amplia para el pequeño espacio, con sus paredes blancas con terminado Rústico como de cal, con la escalera curveada pegada a la pared con su barandal de madera fragante. Desde ahi se podia escuchar el oleaje del mar, tranquilo, distante.

Para ella estar sentada en el piso mientras leía por la salida tarde se había vuelto un ritual no negociable de sus días, a veces con una copa de vino, a veces con una naranja, a veces solamente con sus libros pero siempre acompañada de la brisa. Sin embargo las ultimas tardes se habían vuelto algo complicado porque no podia dejar de pensar que seguiría después, sabia que esa casa maravillosa y ese pueblito a la orilla del mar no eran mas que un refugio temporal, que tenia que pensar que haría después, pero no quería, porque sabia que al despertar seguiría en ese pequeño apartamento que apenas podia pagar, el que tenia que atrancar con cuñas y un sillón para que nadie entrara, en el que moría de calor por miedo a abrir las ventanas para que no se metieran los bichos, por el momento solo quedaba soñar con una tarde llena de libros.